Educarnos
Y Educar…
A
nosotros mismos
A
nuestros hijos
A
toda nuestra familia
A
los profesionales de la educación: educadores de párvulos, asistentes de la
educación, directivos, psicólogos, orientadores, educadores diferenciales, psicopedagogos, trabajadores sociales, profesores de los diversos niveles,
directivos.
A
los profesionales y asistentes de la Salud que trabajan –directa o
indirectamente- con niños.
A
todos aquellos que prestan servicio a un niño-a: conductores de buses
escolares, guías, entrenadores, asesoras del hogar, nanas…
A
nuestras instituciones armadas y de seguridad
A
gobernantes, guías espirituales y comunidades sociales que tratan –directa o
indirectamente- con niños (SERNAM, SENAME, SENAFA, Hogares Infantiles).
A
todos…
Educación
– Crianza y Prevención
La educación centra su
mirada en lo positivo, en los valores, en quien somos. La educación nos lleva al encuentro con
nosotros mismos y con los demás. Nos
enseña a ampliar y profundizar nuestra mirada; nos enseña a amar y descubrir la
verdadera belleza que trasciende lo
bonito o el ornamento, sin desconsiderarlo…
Y si bien es cierto,
podemos educar desde el primer instante de la vida, con nuestro ejemplo; en los
primeros años debemos predominantemente criar para, gradualmente ir educando,
esto es, enseñando a aprender, a ser autónomos, a aprender a discernir, a
entender, a ser responsables, a saber cumplir con los compromiso, a aprender a
ser hombre y mujeres de palabra, aprender a colaborar, a ser solidarios; en
resumen: La educación enseña a amar –se.
En la medida que seamos
dependientes, seremos críos y siempre, de algún modo y en algunas áreas, lo
seremos. Somos dependientes en la medida que somos ignorantes: Por ello
recurrimos a médicos, arquitectos, electricistas, zapateros… Nos necesitamos…
Ser dependientes es
propio de los límites humanos. Ser dependientes pero no dependientes –porque
afortunadamente es imposible- para saber quiénes somos y cómo debemos ser quien
somos.
Aprender a
conocernos como personas únicas - Aprender a convivir en armonía
Aprender a
amar-nos = Aprender a Ser.
Este es el sentido de una educación de
calidad.
¿Porque
no podemos centrar nuestra mirada en la prevención? Porque la prevención está
preocupada de evitar lo negativo: No hagas esto o lo otro. No te juntes con él o ella. No vayas por aquí ni más allá de… No escuches
o veas esto. No consumas esto otro… Cuídate para no quedar embarazada. Cuídate
parta que no te abusen…
Hay que
prevenir; hay que criar; es un deber hacerlo; pero...
Antes, durante y
después de la crianza y de la prevención, debemos educar-nos.
En
la crianza se requiere de un adulto experto, responsable, que represente al
“crío-a” que –por su edad, salud, ignorancias o situación legal- no puede
discernir lo que es bueno de lo que es malo, lo que es verdadero de lo que es
falso o aparente, lo que es correcto o incorrecto de lo que es correcto, lo que
es bello de lo que es feo o sólo bonito; lo que es sano de lo que es enfermizo;
lo que es esencial de lo que es contingente, lo que es mejor de lo que es peor;
lo que es posible de lo que es imposible; lo que es valioso de lo que es
urgente; lo que es vértigo de lo que es felicidad…
En
la medida que somos críos, requerimos de la asistencia de ese adulto que por
vocación (por amor) tomará decisiones y hará elecciones por nosotros: comerás
esto, no meterás los dedos en el enchufe, no consumirás alcohol o no
conducirás. Pero el crío va creciendo y
va entendiendo; conversamos, reflexionamos, compartimos y el crío va pasando de la obediencia (que nunca fue sometimiento) a la
convicción, a la decisión autónoma. El criador –padre o profesor- fue pasando
de la crianza a la educación; pues educar es formar en autonomía.
Educar
para amar y ser amado.
Criar
y Prevenir para Evitar el Abuso Sexual Infantil
Educar
es enseñar-nos para:
- Aprender el sentido de nuestra corporalidad que no es un mero cuerpo, no es un objeto; no es un mero instrumento: Es presencia, expresión, comunicación, biografía, símbolo, recuerdo…
- Aprender el cuidado de nuestros cuerpos: sus partes íntimas y cómo cuidarlas: enseñar sus posibilidades expresivas en el juego, en la danza o baile, en el vestirse... Todo ello, acorde sus edades.
- Aprender la diferencia entre lo público y lo privado para rescatar el sentido del pudor y del respeto por lo propio, lo público y lo ajeno.
- Aprender el sentido y valor de la ternura como expresión primera de amor.
- Aprender el sentido de la caricia como expresión de diferentes clases de amor.
- Aprender el sentido de la un beso a temprana edad: distinguir aquellos besos que pueden expresar respeto o ternura, de aquellos que pueden tener un sentido erótico.
- Aprender a confiar en quienes son confiables; pues la confianza en los demás no es incuestionable.
- Aprender el sentido de la niñez y de cada etapa de la vida, para entender sus necesidades, sus fortalezas y debilidades, sus aprendizajes y el sentido de sus errores como fuentes de aprendizaje.
- Aprender a amar, a amarse, a valorarse como ser único e irreemplazable; cuya dignidad es tal, que nadie tiene derecho a apropiarse de nosotros.
- Aprender el verdadero sentido de la amistad, del amor de pareja, del “primer amor”, del enamorarse, de la sexualidad y del género; del sentido mismo de la existencia...
- Aprender el sentido del hogar, el amor incondicional y nobleza de la familia: El lugar para ser en la intimidad y/o en la privacidad. El lugar parta el ensimismamiento, el recogimiento y el regocijo de la celebración de ser familia.
- Aprender a distinguir el amor de amistad del sentido utilitario de la complicidad.
- Aprender lo que es una actitud abusiva –en distintos aspectos de la vida- de la que no lo es.
- Aprender la diferencia entre amar y sólo querer.
- Aprender el respeto por los límites en las relaciones interpersonales, de tal forma no resultar invasivos.
- Aprender a distinguir cuándo es posible enfrentar solos –como familia- los peligros que ésta encierra y cuándo es necesario y urgente erradicar esos peligros, denunciando o acudiendo tras la ayuda de quienes tienen como misión y profesión colaborar.
- Aprender nuestros derechos pero, por sobre todo, los muchas veces olvidados deberes. Derechos que, en la medida que no somos críos, debemos merecernos, debemos cumplir: como padres, como educadores, como amigos, como ciudadanos…
Una sociedad sin derechos o sólo con derechos pero
no con equitativos deberes, es cultivo de caos y prosperidad de toda forma de
violencia. En una sociedad así, se confunde el discernimiento y hace imposible
la protección de la niñez y de la familia misma; base de toda sociedad.
La
educación nos enseña a asumir nuestra libertad de ser, hacer, convivir.
La
familia debe resguardar su derecho y deber de educar a sus hijos.
Nacemos hijos pero tenemos que aprender a
serlo. No nacemos padres o madres pero tenemos que aprender a
descubrir su sentido y aprender a serlo.
Una instrucción sin educación puede ser destructiva
o sin sentido. Instruidos o ignorantes; jefes o subordinados; ricos o pobres;
pueden ser destructores de la infancia.
Una sociedad donde el valor principal es el dinero,
el consumo y el placer, envilece.
Podremos tener una sociedad con la mejor instrucción pero desalmada; una
sociedad donde prosperará todo tipo de abuso, de violencia, inequidad. Una sociedad así: envilecerá y se refugiará en
toda suerte de drogas y vértigos. Sin un
sentido de existencia, sin altos ideales, buscará la comodidad y el placer
inmediato porque no sabrá del amor que sabe esperar… Porque el respeto es eso:
cercanía que no invade porque deja ser y ayuda a ser.
Si
educamos para aprender a amar;
no
habrá espacio para el abuso y la destrucción de la infancia.